Los Mitos Cántabros en Liébana: Trenti, Ojáncano y Anjana, Guardianes Eternos de las Montañas

Los Mitos Cántabros en Liébana: Trenti, Ojáncano y Anjana, Guardianes Eternos de las Montañas

En las profundidades verdes de Liébana, donde los Picos de Europa se alzan como centinelas ancestrales y la niebla danza entre hayedos centenarios, late un universo mítico que desafía el paso del tiempo. Este valle cántabro, enclavado en el corazón de Cantabria, es el epicentro de leyendas que encarnan las dualidades del ser humano: la bondad etérea, la picardía juguetona y la ferocidad indómita. Hablamos del Trenti, el Ojáncano y la Anjana, seres que no solo habitan los bosques y cuevas, sino que forman parte del alma colectiva de sus gentes. Lejos de ser meros cuentos de abuelos, estos mitos se entretejen con la geografía, la historia y las tradiciones locales, ofreciendo una ventana única a la cosmovisión cántabra.

El Ojáncano: El Gigante Cíclope de la Brutalidad Primordial

Imagina un coloso de un solo ojo centelleante en la frente, con una barba roja y enmarañada que parece devorar su rostro, y una fuerza capaz de arrancar robles de raíz. El Ojáncano es el antagonista por excelencia de la mitología lebaniega, un gigante que encarna la violencia descontrolada y el caos de la naturaleza salvaje.

Ojancano, mitología de Cantabria

Según las crónicas orales recogidas en aldeas como Áliva o Lon, este ser habita en cuevas ocultas en las brañas altas, custodiando tesoros robados o rebaños enteros que arranca de los pastos. Los pastores juraban verlo emerger de la niebla matutina, lanzando peñascos como si fueran guijarros. En Mogrovejo, una de las joyas románicas de Liébana, se cuenta que solo la astucia de una Anjana o el ingenio infantil podía doblegarlo: un niño astuto lo engañaba con un espejo, reflejando su propio ojo para cegarlo temporalmente.

Este mito no es casual; refleja los peligros reales de las montañas cántabras —avalanchas, tormentas y bestias— y sirve como advertencia moral contra la ira sin freno. En contraste con versiones asturianas, donde el Ojáncano es más un ogro glotón, la variante lebaniega enfatiza su rol como guardián territorial, un eco de los antiguos cántabros que defendían sus valles con fiereza.

El Trenti: El Duende Travieso, Protector de los Bosques

En oposición al terror del Ojáncano surge el Trenti, un duende diminuto y ágil, vestido con ropajes de musgo y hojas, que personifica la alegría juguetona y el equilibrio ecológico. Pequeño como un niño de cinco años, con gorro rojo y silbido agudo, se oculta tras helechos y avellanos en los bosques de Liébana.

Trenti, mitología de Cantabria

Lejos de ser malicioso, el Trenti es un aliado de la naturaleza: protege a los animales salvajes, guía a los niños perdidos y castiga a los cazadores imprudentes enredando sus trampas. En Baró o Cucayo, los ancianos narran cómo un caballo se encabrita "sin motivo" o una colmena se vacía misteriosamente; señales inequívocas de su paso. Las mozas del valle temen —y a la vez anhelan— que les desordene las trenzas o robe manzanas, un flirteo inocente con lo sobrenatural.

Comparado con duendes celtas como los “brownie” escoceses, el Trenti lebaniego destaca por su vínculo con el paisaje: nace de los ríos Deva y Quiviesa, y su travesura fomenta el respeto por el monte. Es un recordatorio vivo de que la naturaleza no es enemiga, sino una compañera caprichosa.

La Anjana: La Hada Benevolente, Símbolo de Sabiduría y Generosidad

La Anjana cierra este trío mítico como la encarnación de la luz, la curación y la justicia poética. Bella y etérea, con cabellos dorados que fluyen como cascadas y vestida de blanco inmaculado, reside en fuentes cristalinas, cumbres nevadas o prados escondidos. Es la guardiana de los oprimidos: entrega monedas de oro a los humildes, cura enfermos con hierbas mágicas y guía a los extraviados en noches de luna llena.

La Anjana, mitología de Cantabria

En leyendas de Potes o Camaleño, las Anjanas aparecen junto a manantiales sagrados, como los del río Deva, donde aún hoy los visitantes dejan ofrendas de flores. Castigan a los avaros convirtiendo su oro en carbón y premian la bondad con fertilidad en los campos. Su imagen evoca a las ninfas griegas, pero con un matiz cántabro: vinculada al agua pura de Liébana, simboliza la esperanza en un territorio marcado por la dureza montañesa.

Estas hadas no son invencibles; en algunas versiones, un Ojáncano las persigue por envidia, pero siempre triunfa su inteligencia sobre la fuerza bruta.

Un Legado Vivo: De las Tradiciones Orales al Arte Contemporáneo

Estos mitos trascienden el folclore para impregnar la vida cotidiana de Liébana. En fiestas como la del orujo en Potes o la del queso en Cabezón de Liébana, aparecen tallas de Anjanas en madera de roble y representaciones teatrales de Trentis danzando. Las escuelas locales integran estas leyendas en sus currículos, con niños dibujando Ojáncanos en cuadernos o recreando rutas míticas.

Artistas contemporáneos han revitalizado el patrimonio con murales y estatuas que fusionan tradición y modernidad. Este resurgir no es nostalgia vacía: explica fenómenos naturales (nieblas como velo del Ojáncano), fomenta la conservación ambiental (el Trenti como ecoguardián) y refuerza la identidad cultural en una era de globalización.

Explora la Magia: La Senda Mitológica del Monte Hozarco (la más cercana y real)

Para una inmersión total en la mitología cántabra, no te pierdas la Senda Mitológica “Las criaturas del Monte Hozarco” en Peñarrubia (a solo 20-25 minutos en coche de Potes, en la entrada al valle de Liébana). Esta preciosa ruta circular de unos 2 km, perfecta para familias, está repleta de esculturas de madera a tamaño real del Ojáncano, la Anjana, el Trenti y otros seres, acompañadas de paneles explicativos que cuentan sus leyendas.

Termina en el espectacular Mirador de Santa Catalina, con vistas al Desfiladero de La Hermida y los Picos de Europa. Si oyes una risa entre los árboles o sientes un tirón en la trenza... no temas. Es Liébana recordándote su esencia mágica, un valle donde los mitos no mueren, sino que evolucionan.

No te pierdas nuestra:

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Portada del libro «Bestiario del Norte»

Bestiario del Norte

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Un viaje ilustrado por las visiones y criaturas de las tierras del Norte, prologado por Julio Caro Baroja. Seres alados, apariciones y demonios se mezclan en escenas oníricas que encajan perfecto con la mitología de Liébana.

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